¿Tareas en casa y actividades extracurriculares? son buenas o malas prácticas
Proyectos escolares encargados para hacer en casa comienzan su puja por encontrar un espacio entre las clases de pintura, gimnasia y guitarra. ¿Y si tuviéramos que elegir entre ambas?¿Quién ganaría?
Hay padres que sienten que a la fuerza han tenido que cursar dos y hasta tres veces la primaria. Con cada nuevo retoño, el ciclo escolar que el hijo mayor terminó, vuelve a repetirse con el menor. Por ello, no es extraño que haya cuidadores que le han declarado la guerra a las tareas post tiempo escolar.
“El modelo after-school es un esquema viejo y no permite a los niños balancear sus vidas”, acusa sin resquemor la formadora de docentes en novedosas estrategias de enseñanza en Panamá, Debbie Psychoyos, quien lleva la batuta en su oenegé ProEd.
Especialmente tras la pandemia, la coach de maestros, argumenta que en el sector de educación privada algunas disciplinas artísticas como el ballet ya se ha integrado al currículum de la escuela, en el horario regular. Explica que en el caso del ballet, es una disciplina que provee cultura de baile, música y movimiento como parte integral, y con esta acción se contribuye a que los chicos tengan una agenda balanceada.
Así mismo, prefiere que los alumnos estén libres de deberes obligados para desarrollar en casa. En su lugar, aconseja al cuerpo docente dejar ese espacio para leer libros, pero por placer. Una estrategia que puede ser usada con este fin es incentivar la lectura desde los niños y niñas de 5 años empezando con al menos 5 minutos y, a medida que van aumento de edad, se incrementaría el tiempo dedicado a esta provechosa actividad.
Según, la entrenadora cuyos métodos son basados en estudios científicos hechos en Estados Unidos e igualmente aplicados con resultados satisfactorios en el sistema educativo norteamericano, el método clásico “de copiar y memorizar” está en desuso desde hace mucho entre las nuevas corrientes pedagógicas.
“Las tareas después de la escuela son innecesarias. Si la maestra está haciendo su trabajo durante el día con poquito reforzamiento el siguiente día, los niños sí deben captar lo que tienen que aprender”, refuerza Psychoyos, líder de docentes en ProEd, organización que provee programas de actualización a personal del Ministerio de Educación con miras al mejoramiento continuo.
En la no defensa por las tareas escolares para el tiempo en casa, se suma también Alayza Escudero, psicóloga educativa y terapeuta cognitivo conductual. Hace unos años asumió el cargo de directora de un plantel educativo y hace un esfuerzo por cambiar la dinámica de calificaciones entre su planilla de docentes. Un poco animada por haber sido “víctima” del agobio de los deberes escolares cuando ingresó a su primer hijo a una escuela de renombre pero demandante y más tarde, descubrió otra escuela diferente en la que su hija menor aprende todo in situ. “Ni los libros los trae a casa y veo excelentes resultados”, asegura la terapeuta. Con esto, toma un respiro como madre.
Sin embargo, es consciente del trabajo que es volver a re-educar a los hijos en casa por cuenta de la avalancha de tareas que envían los maestros, en la que inevitablemente entran en acción los padres o cuidadores.
En la otra esquina, tenemos las actividades extracurriculares. Para Analisa Williams, las actividades después de escuela son beneficiosas, “es bueno que el niño esté involucrado en otras actividades donde pueda conocer otras personas, socializar y aprender o estimular otros talentos”, acierta.
Sin embargo, los considera un problema cuando estas colman las agendas de los niños. Cuando son usadas como una excusa para dejar a cargo a otros del proceso de crianza. Algo muy común antes de pandemia que denomina la “tercerización de cuido”.
Llenar la agenda del pequeño por llenarlas, trae como consecuencia un desgaste en el pequeño que incluso podría convertirse en un lastre para su rendimiento escolar, y traer repercusiones como fatiga, estrés y ansiedad.
“Hay papás que parece no importarles con tal de que los niños estén ocupados. Algunos quisieran que la clase de pintura de una hora, se extendiera por tres para desligarse de la responsabilidad de atender a sus hijos”, refuta y expone la coach en disciplina positiva.
Añade que con la vuelta a la nueva normalidad, lo que no se pudo hacer en pandemia, y muchos padres tuvieron que aguantarse a los niños en casa, ahora están volviendo a “tercerizar la atención de los niños”, lo cual ve como incorrecto entre las nuevas formas de crianza, puesto que cuando un niño vive desconectado de sus padres- porque estos están muy ocupados en sus proyectos personales o trabajos- hay menos rendimiento y creatividad en los chicos.
Si bien las actividades ayudan a limitar el uso prolongado de las pantallas digitales se debe encontrar un balance; no rellenarlos de actividades en el tiempo posterior al colegio, recomienda la también madre, Williams.
“Tenemos como padres que hacer el esfuerzo y conectarnos con nuestros hijos y no significa que debemos mimarlos, y ser consentidores, sino más bien estar presentes, disponibles para atenderlos”.
Por último, la entrenadora en disciplina positiva destaca, que ante el sentimiento de culpa de algunos padres por no poder poner a sus niños en clases de arte o deporte después de la escuela, dice en favor, que el aburrimiento es un motor que enciende en los niños la creatividad. Por tanto, también provea el espacio para dejar que su niño active sus mecanismos de invención, para soñar y generar nuevas ideas.