5 formas para que los alumnos aprendan y el conocimiento se quede
El cerebro tiende a prestar más atención y retener mejor la información que considera relevante y significativa. Por lo tanto, es importante que los docentes desarrollen estrategias de enseñanza que estimulen el interés, la curiosidad y el pensamiento crítico de los alumnos.
Esto puede lograrse mediante la conexión de los temas de la clase con la vida cotidiana de los estudiantes, el uso de ejemplos prácticos y relevantes, y la inclusión de actividades interactivas que involucren a los estudiantes en el aprendizaje.
La neuropsicóloga Angélica Cuns, conocedora de la novedosa corriente llamada Neuroeducación o Neurodidáctica, expone los métodos educativos más eficientes con los que educadores y, ¿por qué no?, padres también puedan convertir el aprendizaje de los niños en toda una aventura.
Curiosidad
La curiosidad es algo que se le propone a un niño al inicio de la clase. La maestra introduce con: ¡Hoy vamos a aprender algo sobre el universo!, – pone como ejemplo, la neuropsicóloga Cuns.
El niño, prosigue la experta, comienza a activar toda su atención y a experimentar una sensación de gratificación. “Esto produce un mayor estímulo en los circuitos de dopamina, que son los encargados de amplificar ese canal atencional, ya que la atención es la ventana de todos los demás procesos que permiten el aprendizaje. Esto es la puerta de entrada para que el niño tenga deseos de aprender”, explica la especialista del Centro de Neuropsicología Avanza.
Docente con emoción
Si el niño percibe al docente como alguien agradable, amigable y jovial, es más probable que sienta la confianza de hacer preguntas y participar activamente en clase, expone la doctora. Esto no solo mejora su experiencia emocional en el aula, sino que también lo hace sentir seguro y cómodo para aprender. La conexión emocional entre el niño y el docente es esencial para un ambiente educativo positivo y enriquecedor.
Trabajo colaborativo
Una manera efectiva de fomentar el aprendizaje en grupo es a través de desafíos y retos que involucren a los estudiantes en su propia educación. Por ejemplo, en una clase de historia, el docente podría presentar preguntas desafiantes que el grupo deba trabajar juntos para resolver, utilizando pistas y trabajando en equipo. Estas técnicas no solo mejoran la dinámica de aprendizaje, sino que también permiten al docente evaluar el nivel de conocimiento de todo el grupo, lo que a su vez puede ayudar a mejorar el proceso educativo en su totalidad, detalla Cuns.
“Aprender en grupo permite a los niños interactuar con sus pares y comprender mejor el material, ya que comparten un lenguaje común. Nuestras neuronas espejo nos hacen ser gregarios y nos gusta trabajar en red, por lo que el trabajo en equipo en el aula es beneficioso para todos”, destaca la neuropsicóloga Cuns.
También advierte la especialista sobre la importancia que el facilitador tenga la capacidad de identificar los grupos en el aula y no dejar que los niños escojan sus propios grupos, ya que algunos pueden sentirse relegados. El profesor debe ser capaz de observar qué grupo funciona mejor con cada niño, de manera que todos tengan la oportunidad de crecer no solo en conocimientos, sino también en habilidades sociales. El desarrollo de la inteligencia emocional y los valores como: la empatía, la colaboración y la compasión, son fundamentales para trabajar en la escuela y debe integrarse junto con la parte académica para lograr un ambiente educativo completo y enriquecedor.
Clase invertida
Esta técnica pedagógica se conoce como “aprendizaje basado en investigación” o “aprendizaje basado en proyectos“. Es una forma de aprender donde el estudiante se convierte en el protagonista de su propio aprendizaje, buscando información y recursos para resolver un problema o responder a una pregunta. “Esto no solo permite una mayor integración del alumno en el proceso de aprendizaje, sino que también fomenta el desarrollo de habilidades como la investigación, el pensamiento crítico, la creatividad y la resolución de problemas”, apunta Cuns. Además, al presentar la información adquirida ante sus compañeros, el estudiante tiene la oportunidad de compartir y discutir sus ideas, lo que enriquece aún más el proceso de aprendizaje.
Como docente, añade Cuns, es importante desarrollar en los estudiantes la capacidad crítica y el análisis de información. Al permitirles realizar experimentos y explorar en su entorno, se les da la oportunidad de debatir y llegar a conclusiones en conjunto. Esto fomenta el pensamiento crítico y es esencial para su desarrollo académico y personal en la sociedad actual.
Aprender jugando
En adición, el Fondo de la Naciones Unidas para la infancia (Unicef) apela al uso del juego en el proceso de enseñanza-aprendizaje, especialmente en las edades de 6 a 8 años, cuando se inician los primeros cursos de la escuela primaria.
Tras haber estudiado los patrones y cambios que experimentan los chicos en los modos de enseñanza la oenegé global acusa a que el sistema educativo se vuelve más rígido por enfocarse en los objetivos académicos. “Sin embargo, en este período, los enfoques de aprendizaje activo basado en el juego pueden transformar las experiencias educativas de los niños en los primeros cursos de primaria y fortalecer tanto su motivación como los resultados de aprendizaje”, concluye el documento “Aprendizaje a través del juego“, que busca mejorías en el proceso de enseñanza temprano y posiciona la mejora en la atención de los primeros años de educación como prioridad dentro los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030.
Los estudios de Unicef sostienen que “el aprendizaje a través del juego contribuye a crear personas que no dejan de aprender durante toda su vida y potencia el desarrollo general de los niños y niñas”.